viernes, 9 de noviembre de 2012

Un emblema del Pirineo, Monte Perdido 3.355m


Como viene siendo costumbre en muchas de nuestras expediciones, salimos con el tiempo milimetrado. Trabajar, comer rápidamente y partir. Por delante más de dos horas de coche,muchas curvas y nuestro querido Cotefablo, que siempre da tanto que hablar.


Aparcamos en el parking de Torla, cogimos el bus y subimos a la pradera de Ordesa. Sobre las 19:00 por fin nos pusimos en marcha por la pista, ya solo nos juntábamos con gente que volvía de ver las hermosas cascadas, que por desgracia este año no destacaban por su caudal. No había sido un buen año de nieves ni de lluvias. A pesar de ello Etxebe buscaba multitud de saltos en las pozas de las gradas de Soaso.

        



Con paso ligero y sin parar demasiado llegamos a la Cola de Caballo, o Cola de Pony como comentaba Etxebe viendo el poco agua que nos tiraba. A nuestro alrededor los pastos tenían un color amarillo-verde desgastado. 





Elegimos las clavijas de Soaso par a ascender hasta Goriz, poco a poco el sol va metiéndose entre las montañas y nos quedan poco tiempo de luz. Se nos hizo de noche por el camino,pero con la ayuda de nuestros frontales y gracias a que el camino está muy pateado no tuvimos problemas para llegar a la campa de Goriz. O mejor llamado Marina D’Or, porque esa fue la sensación que tuvimos cuando aparecieron ante nosotros decenas de luceros que iluminaban toda la campa.

 





Nos costó lo suyo buscar algún hueco para ubicar nuestras tiendas de campaña. Repusimos fuerzas con nuestros sobres favoritos de Gallina blanca y nos fuimos al pulguero, que al día siguiente nos esperaba un día duro. A la mañana siguiente comenzamos a andar con las primeras luces del alba. El camino es claro,pero desde abajo ya nos temíamos que las nubes se iban a quedar amarradas en la cima. Poliki poliki a buen ritmo y con paradas cortas para reponer fuerzas fuimos ascendiendo disfrutando de las bellezas de ordesa, de sus pastos y sus colores. Impresionantes contrastes los que nos muestran las rocas.

 









Por fin llegamos a la base de la temida escupidera. El aire nos pega fuerte, y la altura hace que baje mucho la temperatura. Por lo que cada uno a nuestro ritmo la subimos sin parar hasta la cima. Arriba el sol asoma entre las nubes, y al menos nos sirve para calentarnos mientras reponemos fuerzas sentados en un vivac.






No hemos podido disfrutar de las vistas, pero sin duda uno siempre disfruta de una ascensión tan emblemática de los pirineos.

 Alguna fotillo más:  CLICK AQUÍ

2 comentarios:

  1. bonito reportage!!muy guapo el visor de imagenes final!!no sa<bia ke se pudiera hacer!!

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  2. Pa dias vuelve Iren con vosotros jeje

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